Amanda Eslava Martínez
(Carmona, Sevilla 1981). Nací
hace 33 años en Sevilla de la mano de una madre trabajadora que muy joven tuvo
por obligación que abandonar sus estudios para dedicarse al negocio familiar y
atender a sus cuatro hermanos. Una madre que se enamoró de un joven maestro
carmonense afincado en Cádiz. Un matrimonio que ha dedicado su vida a invertir
todos sus ahorros en educación para sus dos hijos y que ha inculcado con mucho
amor y respeto los valores que nos hacen
grandes como seres humanos. Una suerte mi infancia, un gozo mi juventud.
Gracias Mª Jesús Martínez Delia y Francisco Eslava Rodríguez por haberme
regalado la vida.
Me
licencié en Humanidades, cursé la especialidad de Profesora de Español y de
Patrimonio Histórico. Colaboré en actividades culturales de nuestra ciudad
llevando la organización del Festival Internacional de Cine durante cinco años,
trabajé con una beca en Bélgica en la Casa de América Latina en un proyecto
sobre inmigración donde pasé los seis meses más felices de mi vida y donde
descubrí mi verdadera vocación, ayudar a los demás. Allí comprendí que vivimos
rodeados de Injusticia Social y entendí
que si no podía cambiar el mundo, al menos tenía que pintar mi entorno. Aprobé
mis oposiciones en educación secundaria con una buena nota pero la crisis
económica española ya había comenzado a lanzar sus primeros zarpazos. Así que
tuve que aprender a enfrentarme a las adversidades y luchar en mi papel aún más
difícil como mujer en una sociedad que poco a poco nos empujaba a retrotraernos
años atrás. Trabajos que pasaron por
técnico administrativo, archivera, clases particulares, educadora
social, monitora deportiva, camarera y un sinfín de oficios a los que les
acompaña una historia detrás llena de desalientos y obstáculos en el camino, de
miedos y frustraciones, de sentirte abandonada por el mismo sistema que te
acogió en su regazo para formarte para el mundo laboral.
Nada era cierto, nos
engañaron y nos arrojaron a una jungla donde sobrevive el que no se queda en
casa lamentándose por no saber qué hacer con su vida. Nos hicieron creer que
todo sería fácil y hasta se nos metió en la cabeza que debíamos sentirnos
culpables de nuestra propia situación. Nada de esto es así y no debemos asumir
nuestro papel de mujeres derrotadas ante el sistema que nos han impuesto.
En
esta situación tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida, volver a
casa de mis padres. Dejar atrás la libertad que produce el sentirse
independiente y viajar en la máquina del tiempo sin más remedio que adaptándote
o muriendo en el intento. Y en este periodo camaleónico nació a.d.f Carpe Diem,
un humilde rincón en forma de mujer bajo el rojo pasión de una amapola libre y
salvaje. Una familia femenina donde la lucha por la Igualdad de oportunidades
se hace eco entre nuestras risas. Porque nosotras bailamos a las Injusticias,
porque nosotras danzamos a la crisis, porque nosotras decimos que sin Feminismo
no hay Democracia y sin trabajo no hay Dignidad. Carpe Diem y Libertad.
Carmona, 02/03/2015